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Una tarde en el teatro

Buenos días, Santiago. Muchísimas gracias por estar aquí con nosotros. Muchas gracias a vosotros.

Bueno, dado que usted ha estado en la obra El rinoceronte, nos gustaría hacerle unas cuantas preguntas... Siendo usted un gran literato, ¿por qué cree necesaria la adaptación de obras al escenario? Quienes nos hemos dedicado a la enseñanza de la literatura sabemos que una obra dramática se queda en una cosa muy pequeñita, en juego de palabras, hasta que no entra en el espacio de los escenarios y se transforma en imagen de la vida, semejante a la vida en todo, con la complicidad de actores, directores, tramoyistas, música, luces, palabras, silencios, acciones, etc. imaginable e inimaginable; y un sujeto paciente, el espectador que por el arte mágico del espacio teatral, de la penumbra en que se refugia y la pared que hace visible lo invisible, la cuarta pared del escenario, la ficción se convierte en lo que está pasando en el embrujo de la realidad.

Nunca lo habíamos pensado, es un buen punto de vista. Y, ¿qué le llamó más la atención de la representación teniendo en cuenta todo lo que nos ha comentado? 

La primera sorpresa grata me llegó cuando el escenario se llenó de vida antes de que se iniciara con el símbólico “subida del telón”, la puesta en escena de la obra. Lo que íbamos a ver no sucedió en un país de ficción, la misma plaza en que transcurre la rutina de las horas y de los días se va a transfigurar por la irrupción de un suceso inaudito. Segunda sorpresa: ¿Qué más da cuál sea? Por ejemplo, la tiranía enajenante de móviles y medios de comunicación. Una sátira contra lo obsesivo de las nuevas tecnologías, actualiza el mensaje de la obra. Ojo que nuestro tiempo no está vacunado y sin riesgos. Tercer asombro: simplicidad del escenario, zonas de luz y oscuridad, mínimos elementos para facilitar la acción, sillones, mesitas de bar o una silla y para colmo armazones de madera que lo mismo servían de lecho que de andamiaje abandonado o de tribuna, o un marco de puerta para señalar el espacio cerrado-abierto de una habitación. La imaginación simbólica tan poderosa como la realidad.

¿Qué destacaría de todo lo que vio? Es decir,¿qué elemento de los que allí estaban o se percibían cree usted que merecía un gran aplauso? Los dos hallazgos sobresalientes dentro del poder comunicativo de lo teatral me parece que son los siguientes: es asombrosa la presencia de Deisi, la mujer, sin aparecer en la escena ni 

siquiera con voz, la vemos, la percibimos en su capacidad de atracción, en su eficacia como secretaria y en su potencialidad para amar. Esto es teatro de calidad, eficacia comunicativa. Es más vigorosa la visión interiorizada que la que captamos directamente desde los sentidos. Y, en segundo lugar, la petición final de llamada a la esperanza: Berenguer se dirige a los espectadores para implicarles en su resistencia a que no desaparezca el ser humano de la tierra. Es fascinante cómo han conseguido realizar esto. 

La verdad es que nosotros también estamos impresionados con todo lo que han conseguido. ¿Le gustaría añadir algo más?  Quiero resaltar la eficaz labor de la vicedirectora Ana Watson. A quince mozalbetes les ha enseñado a impostar la voz como profesionales, a hablar con una eficiencia y naturalidad que como hábito les quedará para siempre.  Son un grupo de jóvenes (ojalá surgieran de todos los rincones de nuestra sociedad para que aprendan a divertirse de otra manera, a crecer de manera exigente y disciplinada para servir gozosamente a los demás). Molinos de viento, qué acertada denominación para el grupo teatral que ni como gigantes arredran a quienes tienen sueños de caballeros. Gracias, Belén por tu tesón, por tu tesón, por tu empeño en mejorar un mundo 

desde el arte y la cultura, al servicio de la verdad del ser humano, porque, la historia dice que no todo vale y que existe una Verdad que nos hace más libres y felices. Y como profesor doy gracias a la casa de Cultura de Burlada que les ha abierto las puertas sin trabas ni gravámenes y sin condicionantes que obstaculizan la auténtica libertad. Y gracias a los actores, hay madera de futuros profesionales. Pero no es eso lo mejor: saber estar, saber hablar con la palabra y los gestos, saber ser y curiosamente saber aprender a amar sana y alegremente. 

Muchas gracias por todo lo que ha compartido con nosotros, de verdad, ha sido un gran placer. Gracias a vosotros por darme de vuestro tiempo.

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