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Entrevistando a Antonio

Después de habernos deleitado con tu historia como actor, ¿qué nos puedes decir de tus personajes? Pues, a ver, no he representado solo un personaje. ¡Qué va! He actuado como Segismundo, el Mundo y a Berenguer. 

Menudo trabajo debe de llevar eso... Tenéis un don, de verdad, ¡yo me haría un lío con todos los diálogos! (risas) A ver, tampoco es tan difícil. Bueno, depende de a quién se lo preguntes. Al principio cuesta más, pero conforme vas avanzando... vas acostumbrándote. Poco a poco.

Nosotros, que todavía no hemos pisado el teatro para veros, no sabemos qué personaje es de qué obra. A ver, en la primera obra, La vida es sueño, representé a Segismundo. Me parece que tiene un gran discurso. En la segunda, El gran teatro del Mundo, tuve el placer de actuar como el gran Mundo en el que vivían el resto de personajes. 

Y en El Rinoceronte tomé el papel de Berenguer, uno de los protagonistas. Creo que es con el que el público se puede sentir más identificado.

Habiendo representado tantos personajes, ¿sabrías decirnos qué te aportan o han aportado?  A nivel técnico, siento que estos personaje me han ayudado a ampliar mi léxico, todo mi vocabulario.  Y a nivel más profundo, creo y siento que es agradable buscar y poder transmitir un mensaje cristiano de una manera tan divertida y dinámica como es el teatro. Además, sabes que, de algún modo, deja huella y mejora tu formación. Para mí, esto es genial. Solo por medio de exageraciones puedes llegar a los corazones de la gente y de los propios personajes. 

Muchas gracias, Antonio. Ha sido un verdadero placer. Lo mismo os digo. A ver si venís a vernos alguna vez. (risas)

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